El director del Instituto de Antropología cognitiva
Robin Dunbar, explicó lo siguiente:
"solo podemos tener 150 amigos"
¡Ni uno más!
¡Pero solo en Féisbuk cuento con 2486 amigas!
Robin Dunbar publicó un libro:
¿Cuántos amigos necesita una persona?
Solo con 150 podemos mantener una relación significativa
sea ésta en la vida real o en las redes de Internet.
Existe una relación directa entre el tamaño del cerebro
y el tamaño de nuestros amigos significativos.
El número de Dunbar establece que no puede haber un
grupo social mayor a 150 elementos.
En el siglo XVIII en Europa, los condados tenían un
promedio de 150 habitantes, no más.
Ahora una colonia o fraccionamiento, no tiene más
de 150 familias.
Los pájaros y los animales, no aparecen en grupos
mayores a 150.
Estoy desesperado, debo eliminar a 2336 amigas.
La Antropología evolutiva establece
que no puedo retener a muchos contactos
que no puedo quererlas a todas
que debo elegir solo a 150
que las redes sociales limitarán nuestro círculo
que nuestro cerebro moderno no da para más.
Inventaré el número de Artaud.
¡Sí, éso es!
Podré tener 150 millones de amigas.
Las redes sociales lo permitirán.
¡Podremos tener millones y millones de amigos!
lunes, junio 06, 2011
domingo, junio 05, 2011
Golpeándome la cabeza
El martes 7 daré una charla en una aula del edificio de Humanidades en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Felix Vergara me invitó para hablar de mi experiencia con los infrarrealistas. Esto me ha hecho remover las cajas de cartón con el material que aún me queda de aquéllos viejos años. Encontré un póster de fines de los años setentas donde para una serie de lecturas que ofrecimos en Casa del Lago aparece también el nombre de Juan Ramírez Ruíz.
En aquéllos años no tenía plena conciencia de lo que hacíamos y mi futuro incluso inmediato se aparecía oscuro e incierto. Mario Santiago vivía efectivamente sin timón y en el delirio, es decir, era un poeta orgánico 24 horas por día. Pienso que podría pasarme varios meses leyendo estos papeles, recobrando la memoria y reviviendo el tiempo y tal vez, recuperando poemas míos y de mis amigos.
Mario Santiago vivió un tiempo corto en mi cuarto de Chilpancingo e intentó conformar una antología, me quedé con los papeles. Después José Peguero hizo lo mismo y los papeles se quedaron en mi casa. Se confundieron entre sí. Se fueron desperdigando con cada visita de algunos infrarrealistas, Pedro Damián, Jorge Hernández, mi propio hermano, Pita Ochoa, José Peguero, Mac. Después llevé material sobre todo de Mario Santiago a Rebeca López, a otros más, a mi amigo Raúl Silva, mi hermano se llevó todos sus escritos, mi mujer quemó otros tantos.
Ahora tengo un estudio con doce libreros y varias cajas con el material restante y libros viejos. Estoy estresado y encuentro parte de mi diario, es un diario personal de los noventas y probablemente encuentre diarios más viejos. Un cuaderno con poemas escritos en la década de los sesentas en Jojutla. Siempre he preferido ver hacia el futuro y tomar el pasado solo como referencia. Por eso he sobrevivido. Tener el pasado conmigo me provoca la nostalgia, regresar al pasado, hablar con Mario y luego, retornar al presente.
Observo en mis papeles el origen de mi depresión galopante, hace veinte o más años debería morir y estoy ahora aquí, recordando. Mi memoria no es fina y las fechas se confunden más no así los rostros que tengo siempre en la cabeza.
No sé que voy a contar a los jóvenes universitarios de nuestro pasado pero sí del futuro. Voy a preguntarles. Creo que son tiempos para construir el futuro, innovar las Bellas Artes, mezclar géneros artísticos, reconstruir el arte. No creo que la Poesía deba mantenerse como antes, la experiencia artística debe provocar delirios, comunicación, interpretación. Deberiamos ser parte orgánica de la misma obra de arte. El lector debe ser parte junto con el autor, y provocar delirios.
Creo que postearé algunos fragmentos de mis viejos diarios. Mientras tanto, enmedio del estréss, aguardo la llegada del día martes, para verme entre ellos, para interponer un espejo y encontrarme, como hace muchos años, siendo estudiante, en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras, sintiéndome poeta, pero, queriendo aprender. Y he aprendido.
En aquéllos años no tenía plena conciencia de lo que hacíamos y mi futuro incluso inmediato se aparecía oscuro e incierto. Mario Santiago vivía efectivamente sin timón y en el delirio, es decir, era un poeta orgánico 24 horas por día. Pienso que podría pasarme varios meses leyendo estos papeles, recobrando la memoria y reviviendo el tiempo y tal vez, recuperando poemas míos y de mis amigos.
Mario Santiago vivió un tiempo corto en mi cuarto de Chilpancingo e intentó conformar una antología, me quedé con los papeles. Después José Peguero hizo lo mismo y los papeles se quedaron en mi casa. Se confundieron entre sí. Se fueron desperdigando con cada visita de algunos infrarrealistas, Pedro Damián, Jorge Hernández, mi propio hermano, Pita Ochoa, José Peguero, Mac. Después llevé material sobre todo de Mario Santiago a Rebeca López, a otros más, a mi amigo Raúl Silva, mi hermano se llevó todos sus escritos, mi mujer quemó otros tantos.
Ahora tengo un estudio con doce libreros y varias cajas con el material restante y libros viejos. Estoy estresado y encuentro parte de mi diario, es un diario personal de los noventas y probablemente encuentre diarios más viejos. Un cuaderno con poemas escritos en la década de los sesentas en Jojutla. Siempre he preferido ver hacia el futuro y tomar el pasado solo como referencia. Por eso he sobrevivido. Tener el pasado conmigo me provoca la nostalgia, regresar al pasado, hablar con Mario y luego, retornar al presente.
Observo en mis papeles el origen de mi depresión galopante, hace veinte o más años debería morir y estoy ahora aquí, recordando. Mi memoria no es fina y las fechas se confunden más no así los rostros que tengo siempre en la cabeza.
No sé que voy a contar a los jóvenes universitarios de nuestro pasado pero sí del futuro. Voy a preguntarles. Creo que son tiempos para construir el futuro, innovar las Bellas Artes, mezclar géneros artísticos, reconstruir el arte. No creo que la Poesía deba mantenerse como antes, la experiencia artística debe provocar delirios, comunicación, interpretación. Deberiamos ser parte orgánica de la misma obra de arte. El lector debe ser parte junto con el autor, y provocar delirios.
Creo que postearé algunos fragmentos de mis viejos diarios. Mientras tanto, enmedio del estréss, aguardo la llegada del día martes, para verme entre ellos, para interponer un espejo y encontrarme, como hace muchos años, siendo estudiante, en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras, sintiéndome poeta, pero, queriendo aprender. Y he aprendido.
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