Existe un continuo difuso de la actividad mental
que identifica en un extremo lo que algunos estudiosos
han dado en señalar como la vida mediocre
otros señalan aún, que es producto de una diferenciación
genética, y pronostican una futura separación evolutiva
de la especie humana.
En el otro extremo se encuentra la obsesión intelectual
de seres que viven para crear, investigar, analizar,
y que han dado lugar al progreso en las ciencias y en
las artes que dan fundamento al progreso que como
especie inteligente conseguimos obtener.
Entre esos dos extremos transitan las personas
durante su existencia.
La muerte de los seres vivos está determinada por
el colapso del sistema que los soporta, y este es
incluso causante del colapso mental, el colapso
de la consciencia, pues esta está soportada por
las redes neuronales del cerebro, lugar desde
donde emerge al parecer, mediado por el flujo
eléctrico y reacciones químicas, el pensamiento.
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