martes, marzo 14, 2006

Mi Pueblo

El pueblo no ha cambiado mucho
las calles parecen más estrechas
más llenas de gente, vehículos y
cada vez más motonetas y
transporte urbano, taxis.

Recuerdo aún,
una imagen que se ha pegado a mí,
esperando el autobús;
aún no pensaba en automóviles,
las comidas baratas de ciertos restaurantes
eran un lujo, una especie de celebración
que mi novia, con grandes aspiraciones,
no entendía.

Me veo extendiendo una moneda
al conductor, la vida no era complicada
como ahora, podías encontrar fácilmente
los usuales antojitos, las tostadas, los
sopes, las enchiladas rojas, café, pan
y otras menudencias propias de una
vida tranquila, pueblerina.

El conductor recibe mi moneda
empuja con fuerza la palanca
y con un ruido irrefrenable
sin ritmo, grave y angustioso
hace andar el autobús
calle abajo, sobre piedras
con ese vaivén inolvidable.
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