No me deja dormir.
Ayer llegó el repartidor de pizzas
Entró con una pizza tres quesos
y se quedó toda la noche.
La otra noche fue un taxista
que la trajo muy tarde
y amaneció el taxi en la acera.
La única vez que salí a correr
en una madrugada lluviosa
la chica salió a correr
y se sonrió conmigo.
Tiene un aspecto muy dulce
un cuerpo muy frágil
unos ojos con magia
miradas que matan.
Pero se acuesta con todos
los que se encuentra en la calle
y me tortura saberlo
porque es mi vecina.
Antier llegó el automóvil
de reparación del teléfono
eran dos hombres comunes
pero se encerraron con ella
durante toda la tarde y la noche.
Los fines de semana
su casa parece un hotel de paso
entran y salen visitas
de hombres solos
entran callados, se quedan
y salen recién duchados
aún con el pelo mojado.
Ya todos los saben
su sonrisa encantadora
no se da por enterado
a lo mejor es una puta fina
de esas que hay en catálogo.
Entre semana aparcan autos
de diferentes modelos
suelen estar por la tarde
sus dueños son hombres solos
que tocan a la puerta
de las paredes altas
salen de allí con una sonrisa tranquila
una mirada serena, con pausas
abordan el auto y se alejan
de la casa impura
con paredes blancas
tiene dieciocho o diecinueve
me tiene muy nervioso
es el prieto en el arroz
la paja negra
la aguja en un pajar
la que rompe el script
de las vidas comunes.
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