Junté todos mis ahorros
y compramos la casa
todo parecía maravilloso,
el precio era tan bajo
que no podíamos entenderlo,
-pensé encontrar fantasmas-
no encontraba otro motivo:
"será algo extraordinario
y bueno para mis poemas".
Así es que desembarcamos
en la construcción
mi esposa y yo cuando
reparamos en un aviso:
"Maleantes verdes.
No se acerque"
y del otro lado:
"Maleantes rojos.
No pase por aquí",
y enfrente:
"Delincuentes a sueldo.
Pregunte ofertas";
entonces coloqué mi
propio aviso:
"Poeta maldito.
Allá usted".
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