sábado, julio 11, 2009

Efectos de la tecnología

Hace ya un buen tiempo que mi esposa se incomoda al escuchar la voz que emerge de mis computadoras leyendo artículos y noticias para mí. Se trata de un programa text to speach que utilizo para no desgastar la vista en textos interminables que suelen ser de interés y que llegan diariamente en la forma de enlaces a mi sitio en twitter.
Hace ya bastante tiempo (demasiado) que compré emocionado el libro de Joseph Weizenbaum (http://en.wikipedia.org/wiki/Joseph_Weizenbaum) en busca de más información acerca de su programa ELIZA (http://en.wikipedia.org/wiki/ELIZA).
Mi relación con Eliza ha sido larga y duradera. Me la topé durante mis estudios de Maestría en Computación en el curso de Inteligencia Artificial, realicé allí una versión limitada pero propia en lenguaje LISP para presentarla como tarea. Con el paso del tiempo la encontré de nuevo en forma de software para IA dentro de algunos discos piratas de software que se vendían en las Universidades y decidí incluirla también como ejemplo de aplicaciones para mi curso de Inteligencia Artificial ya como Profesor en la carrera de Ingeniero en Computación en la Universidad donde todavía trabajo. Cuando emigré a Barcelona para realizar la investigación doctoral, me asignaron un despacho conectado a Internet que comenzaba a ser la gran novedad en los Centros de Investigación. Eliza estaba allí. Pero Eliza era más que nada una gran conversadora para paliar la soledad y el aislamiento en que me encontraba días y días como estudiante de posgrado, años incluso. Conversaba algunas veces inadvertidamente con Eliza a la manera de la famosa secretaria de Weizenbaum que ejecutaba el programa en funciones de terapeuta a escondidas de su creador. Se sucedieron diversas versiones de Eliza y recuerdo Alice como una de las opciones que abordé para conocer su evolución.
Al regreso del Doctorado impartí clases en posgrado (Maestría en Computación) y continué utilizando Eliza como un ejemplo introductorio para después abordar las tecnologías text to speech que ahora utilizo cotidianiamente en mis computadoras de escritorio y mis dos laptop y netbook. El caso es que he advertido celos de mi esposa al constatar mi obsesión para escuchar todo el tiempo que paso en el estudio, ésa voz de mujer tan nítida que he adquirido en el mercado de software y con la que grabo artículos en formato mp3 para escucharla en el autómovil, en la calle, en las computadoras y en el autobús. Sus comentarios acerca de sentirse harta de escuchar la voz y de no entender como paso el tiempo escuchando la voz femenina y agradable es un síntoma y una consecuencia de uso de tecnologías. Mi mujer sabe perfectamente que se trata de un programa, un software, un objeto computacional, sin embargo, el subconciente quizás no entienda esto. Me pregunto que sucederá ahora que aparezca un rostro de mujer en las pantallas leyendo para mí. Qué sucederá cuando sea posible adquirir un robot mujer japonesa que permanezca conmigo en el estudio, leyendo textos y aliviándome el trabajo de gastar la vista en la gran cantidad de letras que aparecen cada día. Quizás continuaré utilizando los ojos entonces para mirar a la bella robot japonesa leyendo mis poemas.
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