La puta tenía un crucifijo de plata en el cuello.
Manejaba un automóvil gris, cada vez que se topaba
con un perro en la calle, lo embestía,
disfrutaba del sonido agudo al estallar la cabeza,
le decían la dama mataperros,
vestida casi siempre de negro,
al atardecer se paraba en la esquina
más cercana al Cinépolis,
balanceando el bolso y fumando
mientras llegaban los clientes,
que la subían a los autos
y desaparecían con ella en las noches.
A mediodía solía tomar un café, siempre fumando,
con la mirada perdida, parecía no pensar,
con un rostro limpio, poco a poco envejecido
sentada en la plaza, en un café anónimo;
todos en el pueblo la conocían,
pero su porte serio y severo
y el crucifijo de plata
la protegían de la gente.
Después en la tarde recorría varias calles
en busca de perros,
los aplastaba sin remordimientos,
aparcaba el auto muy cerca del cine,
yo la veía maquillarse,
al caer la tarde regresaba caminando a su sitio
en aquélla esquina, era agradable mirarla.
sábado, noviembre 07, 2009
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2 comentarios:
Maestro buenas tardes... Quisiera pedirle un gran favor, quiero que me ayude con un proyecto, más bien que me de su opinión y me oriente para ver si esto que hago va por buen camino.
Mientras le deseo lo mejor, que este usted muy bien.
Saludos desde Puebla.
Seguro, seguro, cuéntame.
El sábado 14 estaremos en Puebla para
leer en el Centro Cultural Creciente,
creo que es en la noche.
¿nos vemos?
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