jueves, diciembre 31, 2009

Felices fiestas, felices fiestas, felices fiestas!

El fin de año Edgar Artaud se esconde,
no contesta el teléfono, no aparece en Facebook,
en Twitter no asoma la cabeza;
su otro yo responde al correo,
abre la puerta para decir "no estoy ahora",
"felices fiestas, felices fiestas, felices fiestas!",
"Que el próximo año desaparezca toda la humanidad".
"Muchas gracias por sus deseos".
"Que escribas un millón de Poemas innovadores, y
que leas cada poema como una Diosa o como un Dios".
"Que me lambas toda la pierna, desde el dedo gordo".
Mi otro yo -mujer- se refugia en Second Life
está sola, ¿quién no está solo?
Mi otro clon -el joven- escribe poemas larguísimos.
¿Quién en esta época de veloces interconexiones
soporta la lectura de un poema homérico?
Vivimos muy rápido, estamos invadidos de poetas,
cubiertos de libros, de cosas que hacer,
viviendo ligeros, viviendo en la superficie.
Apliquemos la fórmula de Roberto Bolaño:
"todos los malos poetas al océano".
Edgar Artaud se reconforta, parece un simio,
su otro yo dispara algunas fotografías.
"Estate quieto cabrón" -responde,
"no tomes ninguna fotografía,
o nos agarramos a madrazos".
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