Edgar Artaud reflexiona tristemente:
los mundos virtuales languidecen.
El lag es inaguantable, los sitios están solos
y mantener un espacio propio es mas costoso.
Las reuniones se han trasladado a otras
plataformas sociales como Facebook o Twitter.
La soledad en todo su esplendor. Aislamiento.
Edgar Artaud acude a los doce libreros (apóstoles)
y en el vacío de la habitación reordena algunos
libros.
"Creí que mantenía todos mis libros,
ahora veo que es falso. No encuentro ni la
colección Bukowski o todo Henry Miller.
Es inconcebible que los hubiera regalado."
"Me inunda la tristeza."
El nivel del pulso asciende.
Es mejor detenerse un poco.
Ahora solo escribo poemas con lugares comunes.
O repito mis textos.
Clones malos y baratos.
Mi Poesía decae.
"Es tarde. Vamos a vivir un sueño."
Edgar Artaud se arroja encima de la cama.
Se mete a un sueño del que no desearía salir,
del que posiblemente no regrese nunca.
jueves, enero 07, 2010
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1 comentario:
Buen poema, buen blog.
Un gusto descubrirte.
Saludos...
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