Mi mujer asesinó al gato,
usó veneno para ratas
en su rico desayuno.
Después me llamó sonriente
y con una sonora carcajada
me sirvió el almuerzo.
Alrededor de la casa veo,
cientos de hormigas muertas
en pequeños montones.
Le pregunto a mi esposa,
que fija en mí,
su vista amenazante.
"Disfruta de tu rico almuerzo,
querido" -me dice.
Presiento una sonrisa macabra,
pero dejo el plato en la mesa.
Camino a gatas rumbo a la puerta,
invadido de una gran angustia.
Me arrastro enloquecido y
atravieso el pórtico de la casa.
Mi mujer se ríe a carcajadas,
endemoniadamente estruendosas.
Y yo comienzo a lamer desesperado,
el veneno de las ratas.
jueves, junio 10, 2010
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