Artaud caminaba tranquilamente por la calle
una roca le cayó en la cabeza
la partió en dos pedazos colgantes.
Artaud no se inmutó, juntó ambos pedazos
los mantuvo unidos y continuó caminando.
Apareció un dolor en la cabeza que parecía
no terminar nunca, era creciente.
¡Mierda! Quién me ordena estar a la hora
equivocada en el sitio equivocado.
No soporto el dolor, ya veo por qué la gente
prefiere morir y se muere.
Al doblar la esquina,
otra roca despedazó los dos pedazos que
retenía sobre los hombros
Ahora eran fragmentos de cabeza.
Se acuclilló en el portal de una casa amable.
Una roca gigante lo aplastó contra el pavimento.
Hoy es un día para olvidar.
martes, noviembre 23, 2010
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario