El jueves 9 de diciembre fui a visitar a Nuestro Grito Cartonero en la ciudad de Pachuca, Hidalgo por la noche y bajo una gran helada de la que no me di cuenta sino hasta el día siguiente cuando amanecí con los labios y la piel quemada.
Leímos Poemas en la calle, poemas de otros y grabamos algunos videitos y tomamos café y papas fritas y gracias por la deliciosa hamburguesa, aunque ya no pude llegar a las cervezas que se antojaban más con el frío. Me traje 4 ejemplares cartoneros y dejé el mio. Hasta el día siguiente tampoco me dí por enterado de la fantástica y pequeña velada, de lo bueno, poco, je.
Una de las anécdotas fue que pasé tres veces junto a Daniel, luego de hablarle por teléfono, no me reconoció y no lo reconocí; estuve a punto de abandonar la búsqueda, aunque después nos comentó Miguel que así, así es el ene, siempre centrado en su trabajo. Pero caminar bajo el frío y en la noche era agradable sobre todo pasar junto a la dama de blanco, sola y ataviada en la calle, mirando sin hablar, sin gesticular y sin moverse un ápice. Si no fuera por una patrulla de la policía que aparcó cerca, me hubiese aproximado para hablarle.
Ahora solo pienso que se debe repetir la visita, en las mismas condiciones y con intenciones similares, hablar con la dama de blanco en la calle y beber cerveza. Leer Poesía y comer hamburguesas en la noche, en una calle antes desconocida para mí, en una ciudad airosa, con vientos, fantástica, qué más se puede pedir?
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