Estaba escribiendo una lápida mortuoria cuando
una alarma de mi conexión a redes sociales
interrumpió mi sensible inspiración:
"Lo invitamos a la próxima manifestación en
contra de los terremotos y los tsunamis.
Después de la manifestación acudiremos a la
estación de radio Tribilín para expresar
nuestra inconformidad."
Anoté la invitación en mi agenda de manifestaciones
pendientes y traté de concentrarme en el texto para
esta lápida que se me había encargado.
La muerta tenía un consultorio de reparación
de dientes donde laboró atendiendo hasta
tres generaciones de pacientes.
"Descanse en paz X Y Z quien pasó toda su
vida en un consultorio dentista y será
recordada por ello" -escribí.
Realmente fue una mujer admirable, pensé.
No cualquiera es capaz de ello.
Pero no tenía mucho tiempo, hoy por la tarde
debía acudir a otra manifestación masiva para
protestar por la llegada del verano.
Esto era una contradicción, los poetas escribimos
mejor en verano y el amor asciende al climax.
Pero no podía fallar a mis amigos en la gran ciudad,
siempre ocupados en generar manifestaciones para
mejorar nuestra existencia.
Agarré mi megáfono para manifestaciones masivas y
salí a la calle.
viernes, marzo 11, 2011
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3 comentarios:
Celebro tu estilo desinhibido y tu desparpajo, Edgar, esa falta de respeto a las letras que las aproximan.
Un abrazo.
Pedro
Me salieron unos poetas en Matemáticas. Ya le hable de ti.
Hola,
Gracias por sus apreciables comentarios, se los agradezco mucho.
Tengo un nuevo libro y lo postearé aqui en formato PDF por si lo quieren descargar.
Un abrazo.
Edgar
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