Estaba en la ducha cuando un helicóptero
militar pasó muy cerca de la casa,
me vestí de prisa mientras imprimía
el último poema inconcluso;
mi mujer apuraba mis tardanzas,
yo estaba escribiendo un poema ebrio.
Salimos de casa, había cola en la caseta
de vigilancia, tenía tiempo para continuar
escribiendo.
A doscientos metros nos tocó en suerte,
la revisión en un retén municipal.
"Todos los días pasamos por aquí"
-nos quejamos amargamente, mientras
veía de reojo a mi poema ebrio.
"Llegaré otra vez tarde al trabajo"
desde hace veinte años, mi mujer dice
lo mismo.
Al llegar al semáforo, una patrulla nos detuvo,
"en estos momentos hay un tiroteo en el Centro,
no pueden ir por esta vía" -nos dijo.
Dejé a mi mujer para que atraviese el parque
y pudiera llegar a su trabajo, viré para volver.
Una manifestación de campesinos bloqueaba ahora
la gran avenida, "el gobernador nos engañó"
-gritaban.
Aparqué a un lado y comencé a escribir,
quería terminar de una vez por todas,
mi poema ebrio.
martes, abril 27, 2010
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