Mi último mundial ocurre ahora, en una cantina oscura,
charlando, con algunos amigos, atrapados por el amor
y el alcohol, llenos de humo, sin escuchar lo que dicen.
Tengo el cuerpo seco, débil, viejo, como cáscara.
Sin músculos. En la televisión algunas sombras
corren tras un globo, enfurecidos, como toros, como
leopardos, como zorros, como fieras.
El alcohol te permite olvidar la historia, lo que
ha quedado detrás, las malas decisiones, los malos
amores, los golpes recibidos, las inconsistencias.
Pero también los triunfos, los momentos luminosos
en la cama, en el trabajo, en la oscuridad. Sin embargo
te consume la decepción, la vida fracasada, los malos
poemas, la lluvia intensa, la soledad, el aislamiento.
Mi último mundial ocurre ahora, en la oscura esquina
de una cantinucha, de la que no saldré sino arrastrado,
ciego, en coma inducido, totalmente seco, sin líquido
en el cuerpo, como un árbol desgajado y en olvido.
Mientras los fantasmas huyen de la finitud, es inútil.
Nacimos para el fracaso, para la desaparición,
para la aberración, para la negación, para la muerte.
Derruir la Poesía, quemarla y desaparecer,
eterna, interminable, irremediablemente.
martes, junio 29, 2010
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