Por la madrugada de los días nublados
antes de amanecer la luz, me levanto
del féretro mortuorio, apresurado
en inyectarme el líquido precioso
que me dará vida por un día.
Me encaramo en el rellano de la puerta
donde solía escribir en mi notebook
y desdoblo una vieja fotografía que
permanece siempre conmigo, donde
tú y yo envejecemos juntos.
Mientras los huesos se acostumbran
al vértigo del día, admiro tus ojos
y mis ojos, bajo aquél flash intenso
que me devuelve la ilusión de creer
que todo aún es posible.
Aún la vuelta a la existencia
después de tu partida, veo
tus ojos y mis ojos, dos pares
sonrientes que nunca más
destilarán, aquélla inmortal
felicidad, capturada en la imagen.
Y al atardecer de un largo día
llegada la hora de volver al
cementerio, retomo la fotografía
para volver con tu recuerdo
impregnado en mi corazón,
al triste féretro mortuorio.
miércoles, septiembre 22, 2010
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1 comentario:
Es realmente impresionante como cada palabra tuya puede eclosionar en mi mente y que cada verso transmita el sentimiento justo sin arreglos sin decoración. Puro
un placer leerte
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