Cada vez que Rafael recibía una llamada telefónica
un raro estremecimiento sacudía su corazón;
uno de sus hermanos le había confesado distraídamente
que aguardaría la muerte en una banca en un parque.
En efecto, cada vez que lo buscaba lo veía sentado,
cabizbajo, inmóvil, sea cual fuese la maldita hora.
"Intenté hablar con él, pero no atiende razones,
parece ido, como en trance, ignora el frío o la lluvia."
Durante las noches no podía ya conciliar el sueño,
sabía que su hermano cumpliría con sus palabras.
Caminaba ojeroso, cabizbajo y en el trabajo parecía
no concentrarse en nada, semejaba un pálido cadáver.
"Anda con el médico, te ves mal, cuida tu salud."
Eso no importaba, Rafael sabe perfectamente que tiene
buena suerte y que nada le sucedería, pero a él.
Su hermano morirá de frío en la banca, entonces todo
regresará a la normalidad, como era antes.
El remordimiento pasará pronto, no somos responsables
de las decisiones de los demás, aún en su cercanía con
nuestras propias vidas.
sábado, enero 09, 2010
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