Íbamos en nuestro automóvil proletario cuando,
una caravana de camionetas sin placas, los vidrios polarizados,
las ventanas abiertas, donde sobresalían cabezas de guaruras pelones,
se nos echó encima velozmente y tuvimos que aparcar en la banqueta.
"Deja pasar a los narcos" -exclamó mi mujer;
"¿Cómo sabes que son narcos?" -repliqué instantáneamente;
"¿Cómo puedes ser tan ignorante?" -contestó rápido;
"su actitud es sospechosa, todos los pelones en carros de lujo son narcos"
-dijo;
los policías detuvieron el tráfico para que avanzaran los autos lujosos,
moví el pequeño volkswagen a la pista y comenzó a rodar estruendosamente,
"ya no soporto ese ruido de carro viejo, el humo me asfixia" -dijo mi esposa;
(nuestro auto nuevo se descompuso del sistema eléctrico);
a pesar de estar semi-nuevo se descompone más frecuentemente que nuestro
viejo cacharro, que es ya como de la familia.
"El viernes me iré a leer poemas en Puebla, diez minutos de gloria",
dije, tratando de cambiar el tema.
"En lugar de ir de inútil a perder el tiempo, deberías arreglar el auto
nuevo" contestó mi esposa;
el tráfico iba lento, podía tirarme una siesta sin dejar el volante,
podía destapar mi grandioso iphone para mirar en Facebook,
¡Ah la modernidad, ah la fantástica modernidad capitalista!.
martes, marzo 30, 2010
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