Mi familia decidió festejar el día del padre y
me llevaron al restaurante Tribilín que estaba
saturado de familias con padres.
En todas las mesas servían vasos con vino,
cortesía de la casa, gorros de cartón con
papeletas de colores y vuvucelas para padres.
Ordenamos un plato vegetariano de soya con sabor
a gato horneado y orejas de dulce de piña tipo
maleante acribillado.
Los meseros arribaron a nuestra mesa para cantar
un estribillo: "Feliz cumpleaños papá,
feliz cumpleaños papá".
En las mesas vecinas los padres sonreían complacidos,
se quitaban las dentaduras postizas y las colocaban
en los vasos con vino.
El jefe de meseros pidió silencio y comenzó un discurso:
"Voy a leer para todos ustedes el poema Carta al padre
del poeta Oscar Altamirano" -dijo y comenzó a leer el
poema emocionado.
Después los padres hicimos una fila para saludar y
abrazar a todas las hijas de los otros padres.
Pasamos una tarde fenomenal, el sol nos guiñó un ojo
en el horizonte y sonreía.
Entonces abordamos el automóvil y retornamos a casa.
Esta es la hora en que los mafiosos salen a matar.
Y el restaurante Tribilín cierra sus puertas temprano.
domingo, junio 20, 2010
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