Fui al Banco Rico Mac Pato para pagar algunas deudas.
Tuve que pasar a un costado del depósito de cadáveres
y se me hizo un nudo en la garganta, un agujero profundo
en el pecho, un dolor aguijoneante, una profunda tristeza.
Allí dentro se encontraba el cadáver de mi gato.
Aceleré para olvidar. Entré pronto en la Gran Plaza,
me mojé el rostro con agua fría, fresca.
Luego de pagar mis deudas, me senté para tomar una
gran taza de café "Pedro Covarrubias".
Fijé la vista en un espectáculo de danzas medievales
dirigida por una amiga mía. Ella ensayaba a solas
mostrando su cuerpo esbelto.
Entonces arribaron al sitio cuatro camionetas de la
Policía Federal, con hombres armados que bajaron
sonrientes a comprar un helado de Yogur.
Una camioneta enorme con vidrios polarizados también
aparcó. De ella vi bajar a un capo de la mafia muy
sonriente. Todos lo saludaron.
El capo ordenó un café como el mío, solo que lo pidió
descafeinado para cuidar su diabetes.
Todos veíamos a mi amiga danzando piezas medievales.
Mi amiga tiene las piernas muy largas,
el cabello tan largo como las piernas
y un tatuaje de sirena en la entrepierna.
Hace muchos años un colega me arregló un encuentro
con la bailarina. Me pidió que nos encerráramos dos
días para escribir una coreografía.
"Tú eres poeta y ella es una artista" -dijo.
Así nos conocimos.
sábado, junio 19, 2010
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