perdimos, de algún modo no fue
posible impedir el fraude
y así ha conseguido
el partido conservador
retener mi País.
El candidato presidencial no fue
honesto, vendió su alma al diablo,
y ahora tendrá que cumplir y quedar
displicente al servicio de Dios.
Perdimos y la mañana se antoja tranquila,
con frescor de verano, la luna es redonda
y el cielo aparece despejado en el campo.
Para olvidarnos del lodo, de las malas
costumbres, del partido político malo,
de las gentes sucias y los ridículos
católicos que aún dominan el mundo,
me he comprado un vaso de helado
de coco con leche, un helado muy frío
que se volvió irresistible y que vino a
mis labios con un tranquilo dulzor.
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