sábado, julio 26, 2008

Jeremías Marquines revisitado

–A estas alturas del partido ¿qué es lo que te importa en tu trabajo?

–Yo lo que hago es buscar lo atmosférico del poema. No me interesa mucho el tema, no es importante, es un pretexto para poder desarrollar una especie de halo de cosas, olores, sabores, que acompañan ese tema. Por otra parte, soy un convencido de que la poesía tiene que ser útil, debe servir. Aparte, hay que devolverle a la gente la poesía, eso es algo de lo que estoy absolutamente convencido. La poesía fue sustraída por un grupo mafioso, creo que se llaman poetas esos hombres están regenteando esa cosa y la disponen de acuerdo con sus intereses y sus necesidades particulares; a sus ganas, pues. Creo, entonces, que le quitaron la poesía a las personas, a la gente de la calle que, cuando ya no la tuvo, se puso a leer “cuentitos”, lo que ha venido a llenar ese vacío de poesía.

–¿Qué haría falta ante tal situación?

–No tienen poesía, pero no es porque ellos no quieran. Sería estúpido pensar que la gente es estúpida. Sería más sencillo si nos “bajáramos” un poquito –sin llegar, obviamente, a la barbarie–, tal vez podríamos regresarle un poco del glamour de la vida a la gente que, ante la falta de poesía, lee otra cosa. Creo que eso es lo que hace falta. Los poetas, parece, están en su nube de Gokú, escriben para otros poetas, buscan agradarle a tal o cual fulano, especializarse en el verso abstracto, el verso transitivo, el verso fuchi fuchi… Están más preocupados por agradarle a otro vato, de aquel lado, a otros que están igual de jodidos que él. La poesía es popular, así nació y así debe ser. Hay que regresarle su sentido original, su utilidad.

–Cuestión en la que has insistido en ocasiones anteriores…

–Quizá no viene al tema, pero a mí me cagan los poetas. Mira, la única cosa que debe importar en este asunto de la poesía es ver si, honestamente, el medio litro de cuartilla es bueno y ver si le dará algo a las otras personas. Estoy hasta la verga de esa madre, de andar buscándole el fuchi fuchi a la poesía. A la gente hay que darle cosas útiles, que le sirvan. Seguramente no faltará quien diga “éste no sabe nada”, pero eso tendría que verse en otro tipo de nivel; obviamente, tengo las manos limpias y con guantes y me puedo defender. Lo que sí quiero decir es que ya basta un poco de tanta mierda…

–Algo así como buscar la carne en el hueso del poema…

–Pienso, por ejemplo, que si yo tuviera un perro que se llamara Harpo y ese perro tuviera que ir a lamerle las cosas a la aurora, y darle un beso en la mejilla, no sé, cualquiera, y luego tuviera que regresar a contar todo lo que hizo, ese perro –llamado Harpo–, después de haber vivido esas cosas, no creo que se pusiera a escribir un poema abstracto, un poema un poco de regodeo con las palabras. Más bien contaría qué fue lo que fue a hacer. Creo que la poesía no tiene que narrar sino ir a lo fragmentario, porque así es como se piensa. Pensamos fragmentariamente, un poco como decía Montaigne. Hablamos según se nos vienen las cosas a la mente y creo que así debe escribirse también porque, por ejemplo, cuando nos ponemos a escribir un poema, tratamos de ser muy meticulosos, muy lógicos, que si la historia tiene o no qué cuadrar, eso es lo que menos debe de importar. Recuerdo algunos textos de Juan Ramón Jiménez (a mí me gusta mucho) del Poeta recién casado, en los que se rescatan las maravillas que puede hacer un árbol, o los pájaros. Las cosas más elementales y sencillas hay que referirlas, pero no como anécdota, porque es como la tripa del poema. Muchos poetas le apuestan más a la anécdota que a la atmósfera. Y la anécdota en un poema es basura. Importa más bien cómo se refiere ese momento, la multiplicidad de voces y eventos que ocurren a un tiempo. ¿Cómo se expresa eso en un poema? Insisto, puede parecer rudo e ignorante, pero para quien quiera pelear, tengo guantes…

Publicado en La Jornada, Jalisco, México:
http://www.lajornadajalisco.com.mx/2008/07/26/index.php?section=opinion&article=012a1cul
Sábado 26 de julio de 2008
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