entonces se acercó y me encaró de una...
"¡Qué buena que estás!" -me dijo,
empezamos a charlar, a divertirnos,
a partir de entonces nos veíamos todos
los días.
Se acostaba a las cuatro de la mañana
y a las ocho se preparaba para ir
a entrenar con la selección.
No se enoja nada que le digan gordo
o cosas con su panza, comemos todos los
días pizzas con champaña.
Me acuerdo que una vez fuimos al boliche,
yo estaba sentada arriba de sus piernas
mientras él enviaba mensajes a su esposa
diciéndole que no estaba en la ciudad,
pero andábamos juntos, allí mismo.
Envié algunas fotografías a un concurso
de belleza, donde estoy acaramelada con
mi hombre, no importaba que fuésemos
reconocidos, lo que yo quería es ganar.
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