para pollos gigantes,
tenía comida en el piso
y una televisión a lo lejos
en el canal de noticias,
un colchón en el piso,
La jaula estaba dentro de un
cuarto enorme y cerrado,
en la pared mi mujer había
pegado pósters de mis grandes
amigos, con grandes mensajes,
"no queremos que enfermes" -decían,
alrededor de la jaula surgía un
olor a hierbas sagradas
reposando en cubetas,
desperté y no daba crédito a
no poder salir de la jaula,
mi mujer no venía y yo estoy
arrepentido, no debí regalar
"El arrancacorazones",
me arde la planta de los pies
y me quema la angustia,
no debí regalar ese libro,
no debí regalarlo.
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