mi mujer aguardaba en la puerta.
"Bienvenido a casa, Cangrejo" -me dijo,
entonces descubrí el cuchillo de cocina,
brillando en su mano derecha.
"Bueno, ya llegué" -dije nervioso.
"Bukowski sin mujeres"
-replicó amenazante.
Caminé en derredor
y me persiguió presurosa,
dábamos vuelta al comedor,
cada vez más rápido.
Y me alcanzó con el cuchillo,
encajándolo en mi vientre,
y me estaba entumiendo.
"Así que eres poeta" -dijo,
y yo pierdo el sentido,
sus dos manos se mueven
empujando el cuchillo,
"bienvenido a casa, cangrejo"
el demonio lo dijo.
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