Estaba por salir a mi programa de radio
cuando,
entró la depresión por la puerta,
¿adónde vas? -dijo.
A la radio, por supuesto.
Hoy no preparé ningún guión, pero iré
a la radio de todos modos,
me esperan -dije;
entonces ya sabía,
que no iría.
Me aplasté en el sillón de piel,
encendí la computadora,
y me dispuse a escuchar uno de los
programas grabados,
que tomé al azar;
me vino muy bien,
este tipo de programas,
son para gente como yo,
no debería transmitir en vivo,
sino grabarlos en casa
y llevarlos a la radio
para despues volver,
apagar la luz,
y escucharme,
es decir, oir el programa,
que yo mismo preparo,
para poetas deprimidos.

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